Literatura


Memorias de un Alcohólico
Por: Andres Campo
Grado Once

Recuerdo bien que eran aproximadamente las 2:30 de la madrugada cuando solo se veían las parejas entrando y saliendo del motel de la 15 con 52. Yo, como siempre me quede hasta tarde en mi caseta, no es muy amplia pero me genera calor y puedo cuidar de toda mi mercancía. No sé porque pero por alguna razón no tenia sueño ese día, además el ruido de los carros a esa hora no me posibilitaba conseguirlo. Me senté en frente de mi caseta; las calles estaban solas, uno que otro taxi ruidoso pasaba mientras los semáforos en rojo se encontraban y como siempre las parejas entraban y salían del motelucho que les comente anteriormente; ninguno de ellos me compraba.  ¡Malditos!
Cuando por fin la noche comenzó a hacer efecto en mis parpados, me decidí a guardar cada dulce, cigarrillo y demás confitería que poseía en mi pequeña caseta.
Mientras guardaba a lo lejos se oía uno de esos coches que andan con música a todo volumen un fin de semana, muy lujoso, de color negro y con vidrios polarizados, venia extremadamente rápido pero al parecer sabía lo que hacía.
El coche se detuvo justo en frente del Motel, se acomodo de tal forma de que no pudiera ser detectado a simple vista; trate de averiguar quién o quienes venían en el coche pero los vidrios polarizados imposibilitaban ver al tripulante y a las demás personas dentro del vehículo si es que allí venían.
En cuestión de segundos de nuevo la calle estuvo callada y quieta, yo seguía guardando mis cosas pero cada tanto dirigía mi mirada hacia aquel extraño coche que cada segundo causaba más curiosidad en mí.
Luego de guardar toda mi mercancía, me disponía a cerrar mi caseta y ponerle los diferentes candados, mientras lo hacía de nuevo otro taxi entraba al motel. En ese momento en medio del silencio de la madrugada se oyó el ruido de varias puertas de coche que se abrieron simultáneamente; al oír esto casi que por instinto voltee a mirar y vi a 4 tipos, con pasamontañas y muy bien vestidos dirigiéndose hacia el motel, todos con armas excepto uno que llevaba un saco en su mano. Con determinación caminaron hacia el motel mientras yo miraba con asombro sin saber qué hacer; para cuando ellos pasaban la calle el taxi ya se encontraba dentro del motel, imagino que los pasajeros estaban siendo atendidos por el recepcionista, no lo sé.
Estos cuatro personajes desconocidos entraron por el garaje.
- ¡Ahh! - el grito fastidioso y agudo de una mujer de oyó a lo lejos
- Movele hijueputa que nos vamos de paseo - a pesar de estar un tanto lejos del motel podía oír lo que al parecer eran las voces de los 4 que se bajaron del carro
Se oían forcejeos, pero muy leves, el ruido de uno que otro carro que pasaba atenuaba un poco este forcejeo lo que evitaba que el ruido se propagara por el lugar.
En cuestión de segundos, uno de estos tipos asomo su cabeza por el garaje, solo se veían sus ojos pues el pasamontañas cubría casi todo su rostro; miro para todos lados como tratando de mirar si había alguien. No vio a nadie; yo me ocultaba tras mi caseta esperando a que todo terminara para poder irme y tratar de dormir luego de tan inesperado suceso.
El tipo, sin darme cuenta había entrado de nuevo al motel; se oyeron las voces de los 4 hombres, eran voces asustadas y desesperadas, no logre entender lo que decían pues de nuevo los carros me lo impidieron. En ese momento pensé, ¿pensé? Si, salí prácticamente corriendo pero me devolví de igual forma porque los cuatro tipos salieron del motel; uno de ellos cargaba a alguien en el hombro sin problema, lo llevaba sin que se resistiera, al parecer estaba drogado, dormido o noqueado, no lo sé.
Rápidamente pasaron la calle; metieron el cuerpo de la persona en el porta equipaje y se subieron al coche, todos se subieron excepto uno que se quedo por un segundo afuera, miro para todos lados, se quito su pasamontañas y miro de nuevo para todos los lados, vi su rostro, le pongo aproximadamente unos 37 años, era un tanto gordo y su cara me parece que se relaciona perfectamente con la de los paisas.
Mientras lo observaba detenidamente me descuide y me vio, creyó que no había visto nada pero la sombra detrás de la caseta me delato.
- Movete malparido que ya te vi - dijo mientras apuntaba con su pistola, con acento paisa y prepotente.
Fue un momento de total adrenalina, no sabía si salir corriendo o quedarme quieto, si salía corriendo era posible que me secuestraran a mi también y si me quedaba quieto de todas formas me secuestrarían así que de forma ingenua pensé que lo mejor sería quedarme quieto y rogar a Dios para que se fuera creyendo que no había visto nada.
El personaje al ver que no había movimiento alguno bajo el arma y miro fijamente la caseta tras la cual me ocultaba, él sabía que había visto algo pero no podía disparar porque las personas se alarmarían y seria mas difícil escapar si surgieran mas testigos.
La verdad no se qué fue lo que paso, yo estaba muy asustado, y no quería mirar, cuando menos pensé el carro se encendió y arranco, en ese momento sentí alivio y tranquilidad, con cautela me asome y vi que el coche se alejaba rápidamente.
Por fin se habían ido; prácticamente temblando termine de poner los candados de mi caseta y me fui caminando, buscando algún lugar en donde poder amanecer... Un lugar en donde pueda beber sin temer ser secuestrado.